La naturaleza de la violencia humana desgarra nuestra especie
- Saida Lastenia Mantilla Ojeda. PhD.
- hace 6 días
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Saida Lastenia Mantilla Ojeda. PhD.
Neurocientífica y Neuro-criminóloga Magíster en psicología jurídica. Magíster en psicología. Psicóloga (línea de investigación jurídica y criminología). PhD. Teóloga. Abogada. Investigadora Privada. Perito Profesional. Cónsul Corresponsal Internacional de la Federación: Interamericana de Periodismo (FIP) y, Embajadora de Paz de la mencionada institución federativa. Coaching para el cultivo de la Inteligencia Emocional Aplicada. Experta en Perfilación criminal, Conducta suicida, Análisis de la conducta criminal, Victimología, Violentología, Investigación judicial, Violencia de género y doméstica, Desviación de la conducta infanto-adolescente, Derechos Humanos (DH) y Derecho Internacional Humanitario (DIH); Delitos sexuales, Paidos-grafología y la Firma del adulto. Asesora jurídica […]. Docente internacional universitaria. Docente internacional en formación y actualización de policías, Escritora y Conferencista internacional.
Fundamentos históricos del delito y la victimización
El delito aparece desde tiempos ancestrales en la historia de la humanidad como infracción a la norma, y junto a este, como consecuencia surge la víctima. En ese orden de ideas, es necesario recordar que en épocas de los patriarcas (personajes bíblicos) las mujeres eran utilizadas como objeto de satisfacción sexual.
Casos emblemáticos de la época patriarcal

El caso de Dina: verbigracia: Dina (hija de Jacob y Lea), quien fue deshonrada (violada) y más tarde repudiada (rechazada) por la sociedad de esos tiempos (Reina & Valera, 1960), puesto que el hombre tenía los derechos sobre la mujer. Por tal razón, también se cometían uxoricidios (el hombre podía matar a su mujer sin que esto le significara penalización alguna) (Mantilla, 2013).

La concubina del Levita: cabe mencionar el caso de la concubina del Levita (los Levitas tenían un papel esencial como servidores del culto y guardianes del conocimiento y la ley de Dios entre las tribus de Israel), de la tribu de Levi (estirpe de sacerdotes). El Levita se encontraba descansando y el lugar en donde se hallaba fue sitiado por maleantes que querían despojarlo de sus riquezas y luego matarlo (Reina & Valera, 1960).

Para favorecer primordialmente la vida del Levita se ofreció a su concubina, siendo así, ella fue tomada por el grupo de hombres, quienes sin piedad la violaron sistemáticamente durante toda la noche hasta el amanecer del otro día. Después de esta violenta agresión sexual, la mujer es abandonada y hallada sin vida (Reina & Valera, 1960). Posteriormente, el Levita, tomando un cuchillo, corta el cuerpo frío y sin vida de quien fuera su concubina y compañera durante años, luego procede a esparcir cada trozo o pedazo del cuerpo por doce regiones del territorio de Israel (Reina & Valera, 1960; Mantilla, 2013).

Manifestaciones Contemporáneas: El caso de los Motilones
En tiempos más cercanos a los nuestros encontramos a diversas etnias, como la de los motilones, que habita en las selvas del río Catatumbo, a ambos lados de la frontera entre Colombia y Venezuela (al norte de Santander). Esta tribu somete a sus mujeres de forma violenta para accederlas sexualmente de forma sistemática.
Cuando alguna de ellas se resiste, es castigada mediante la práctica de azotes. En algunos casos y dependiendo contra quien se atrevió a oponer resistencia, es probable que termine empalada. Cabe señalar que el empalamiento es una práctica que en la actualidad muy pocas etnias la practican (Chalbaud, 1997; Santos, 2005; Mantilla, 2013).
La evolución y perfeccionamiento de la violencia humana

Aunado a lo anterior, se precisa mencionar que en la actualidad la violencia humana a
superado la violencia del pasado, puesto que el ser humano ha "perfeccionado" el actuar depredador de quienes la ejercen (personalidades de cuello blanco o cuello dorado, entre otros). De donde se sigue que, como en tiempos de los gladiadores que aterrorizaban a la sociedad con sus espectáculos grotescos, malévolo y deplorables, en la actualidad aún permanecen invisibilizados muchos actos de cruel violencia ejecutados contra poblaciones, comunidades, razas, sociedades y naciones; transgresiones que vulneran reiteradamente los
Derechos Humanos (DH) y el Derecho Internacional Humanitario (DIH).
La crisis de valores contemporánea

Lamentablemente, el panorama de la humanidad presente y futura no se dilucida con optimismo. La frialdad humana, la pérdida de respeto por el prójimo, la indiferencia por los valores, el no tener temor a Dios, ni respeto por las autoridades, ni siquiera respeto y valor por su propia vida, han conllevado a que la humanidad, en su imaginario individual y colectivo, adopte indirectamente la desesperanza aprendida.
Manifestaciones comunicativas de la degradación social
Así las cosas, no es extraño que en las diversas conversaciones o informaciones por el medio que las personas prefieran comunicarse en un lenguaje verbal, paraverbal, gestual o corporal, la mayoría lo hacen de forma negativa. El corpus de sus palabras resulta soez, displicente, estigmatizante, sus expresiones son ofensivas e intimidantes.
Hakuna Matata: De la filosofía suajili al síndrome contemporáneo
La expresión Hakuna Matata, originaria del suajili —lengua franca predominante en las naciones del África Oriental, incluyendo Kenia, Tanzania y Uganda—, constituye una locución de profundo significado cultural que literalmente significa: ausencia de tribulaciones o carencia de inquietudes. Esta frase se compone de dos elementos léxicos: Hakuna, que denota negación o inexistencia, y Matata, que alude a dificultades o perturbaciones.
Significación cultural auténtica del contexto originario, esta expresión trasciende la mera comunicación cotidiana para convertirse en un principio filosófico que encarna la cosmovisión suajili.
Hakuna Matata representa una manifestación de serenidad, ecuanimidad y resignación esperanzadora que sugiere la transitoriedad de las adversidades. Esta locución refleja una sabiduría ancestral que invita a la aceptación serena de las circunstancias, manteniendo la confianza en que las tribulaciones son efímeras.
Descontextualización y trivialización. No obstante, en el ámbito sociocultural contemporáneo, particularmente en Occidente, esta venerable expresión ha experimentado una metamorfosis semántica que la distancia considerablemente de su esencia primigenia. La
adopción superficial y folclorizada de Hakuna Matata ha derivado en lo que la Dra. Saida L. Mantilla Ojeda ha denominado el "síndrome de Hakuna Matata" una interpretación hedonista que promueve la permisividad absoluta, el hedonismo desenfrenado y la evasión de responsabilidades.

Esta desvirtuación cultural ha propiciado una filosofía de vida caracterizada por el relativismo moral, la pérdida de valores fundamentales, el incremento de manifestaciones violentas y una preocupante desacralización de la existencia humana. Así, lo que originalmente constituía un llamado a la esperanza y la fortaleza espiritual, se ha transformado en una justificación para la indolencia moral y el libertinaje, cuyo resultado son las distintas formas de violencias.
PERSISTENCIA DE LA VIOLENCIA EN LA HISTORIA MODERNA
La brutalidad sistemática de la violencia
La historia contemporánea registra episodios de violencia masiva que constituyen las manifestaciones más extremas de la capacidad destructiva humana. Estos acontecimientos,
caracterizados por su sistematicidad y magnitud, evidencian la dimensión más sombría del comportamiento colectivo y representan cicatrices indelebles en el devenir de la
humanidad.

Preludio del terror estatal (1924-1953) en la era Estalinista
La Unión Soviética bajo la égida de Josef Stalin inauguró una época de represión sistemática sin precedentes. Durante tres décadas de autoritarismo implacable, el régimen soviético implementó políticas de eliminación organizada que incluyeron deportaciones masivas, purgas ideológicas y la instrumentalización del hambre como arma de control social. El Holodomor (hambre/muerte) ucraniano visibilizaron la perversidad de estas estrategias, donde más de cien mil personas perecieron víctimas de hambrunas deliberadamente orquestadas. Las estimaciones conservadoras sitúan el número total de víctimas en varios millones de seres humanos, sacrificados en aras de una utopía totalitaria.
La industrialización del exterminio (1933-1945) del régimen Nazi
La Alemania nacionalsocialista perfeccionó los mecanismos de aniquilación masiva, transformando el genocidio en un proceso industrializado y metodológicamente refinado. El Holocausto constituye el paradigma de esta brutalidad sistematizada, donde aproximadamente seis millones de judíos fueron víctimas del aparato de la muerte meticulosamente organizado. Sin embargo, es necesario aclarar que la maquinaria genocida nazi no se limitó a la persecución hebrea; puesto que gitanos, discapacitados, prisioneros de guerra soviéticos, personas con alguna condición de discapacidad y otros grupos considerados "indeseables" engrosaron las cifras de esta tragedia humanitaria de proporciones apocalípticas.
La revolución devoradora (1949-1976) de la China Maoísta

La República Popular China, bajo la conducción ideológica de Mao Zedong, protagonizó uno de los episodios más devastadores de la historia moderna de la humanidad. Las estimaciones académicas sitúan las víctimas mortales en un rango que oscila entre 19.5 y 75
millones de personas, cifras que revelan la magnitud extraordinaria de esta catástrofe humanitaria. El Gran salto adelante y la Revolución Cultural representan los hitos más emblemáticos de esta política de transformación social que derivó en consecuencias letales para millones de ciudadanos. Estas iniciativas, concebidas como instrumentos de progreso, se metamorfosearon en mecanismos de destrucción masiva que diezmaron condenando a muerte a generaciones enteras.
Genocidio acelerado (1975-1979) Camboya

El régimen de los Jemeres Rojos (JR), liderado por Pol Pot (líder supremo de los JR, considerado uno de los dictadores más brutales del siglo XX y el arquitecto principal del genocidio camboyano), perpetró uno de los genocidios más intensivos de la historia contemporánea. En el transcurso de apenas cuatro años, aproximadamente una cuarta parte de la población camboyana fue sistemáticamente eliminada, resultando en cerca de dos millones de víctimas mortales. Esta tragedia representa un ejemplo paradigmático de cómo las ideologías extremistas pueden traducirse en políticas de exterminio que devastan sociedades enteras en períodos temporales relativamente breves.
Letalidad del odio étnico (1994) Ruanda

El genocidio ruandés constituye una demostración atroz de la velocidad con que puede desencadenarse la violencia masiva en contextos de polarización étnica. Durante aproximadamente cien días, un mínimo de quinientas mil personas, mayoritariamente pertenecientes a la minoría Tutsi, fueron víctimas de una campaña de exterminio caracterizada por su brutalidad y sistematicidad. Este episodio evidencia cómo los conflictos inter-étnicos pueden escalar hacia dimensiones genocidas con una celeridad que desafía la capacidad de respuesta de la comunidad internacional.
De lo anterior se desprende que la sed por la hegemonía total constituye el motor primordial de los fenómenos de violencia masiva, los cuales dejan a su paso cicatrices indelebles en el
tejido social de la humanidad. Estos episodios devastadores merecen un análisis concienzudo y sistemático, con el propósito de evitar que los errores del pasado continúen perpetuándose en las generaciones futuras.
Análisis porcentual y estadístico detallado

Reflexión sobre la Guerra y Thanatos
Encuentro de dos mentes extraordinarias en tiempos de crisis Lo anteriormente expuesto evoca la figura de dos colosos del pensamiento científico: Albert Einstein y Sigmund Freud. El primero experimentó las vicisitudes tanto de la primera como de la segunda Guerra Mundial, mientras que el Dr. Freud padeció los horrores del primer conflicto bélico global y presenció los albores del segundo. Ambos, testigos privilegiados de la capacidad destructiva humana, entablaron un diálogo epistolar de trascendencia histórica.
Intercambio Epistolar: Preguntas Fundamentales sobre la Naturaleza Humana

La historia documenta meticulosamente las cartas que el Dr. Einstein dirigió al Dr. Freud en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Estas misivas contenían interrogantes de profundidad existencial que inquietaban al físico alemán: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? ¿Por qué la humanidad concibe la guerra como solución? ¿Por qué existe la guerra? Estas cuestiones, entre otras de similar calado filosófico, se reiteraban con insistencia en la correspondencia einsteniana. Durante un período considerable, su ilustre interlocutor permaneció en silencio reflexivo, sin ofrecer respuesta alguna a tan complejos interrogantes.
Respuesta Freudiana: El dominio de Thanatos Finalmente, el Dr. Freud respondió con una reflexión que habría de marcar el pensamiento contemporáneo sobre la guerra y la violencia: “En nuestras conversaciones durante la primera guerra decías que la guerra la traía internamente la humanidad dentro de sí [...], tienes razón, la guerra no acabará jamás, porque THANATOS es quien gobierna a la humanidad [...]"

Conceptualización de Thanatos: Anatomía de la Destructividad
De esta correspondencia se desprende que Thanatos —la pulsión de muerte— constituye la personificación de la destrucción, la violencia, el dolor, la indiferencia, la inclemencia, el horror, el terror, la hegemonía y la muerte. Esta fuerza primordial representa el impulso autodestructivo inherente a la condición humana.
Genealogía de la violencia una cadena causal inexorable
Propuesta Teórica Original de la Dra. Saida L. Mantilla Ojeda

Entre la paz, la violencia y la guerra

En la perpetua búsqueda de la tan anhelada paz, la humanidad se encuentra sumida en una profunda agonía. Desde los albores de la creación y la aparición de la estirpe humana, la paz perseguida ha dejado un legado marcado más por la desolación que por la armonía. La violencia, con su crueldad inherente, ha generado familias desgarradas por el sufrimiento
y la pobreza integral, especialmente a raíz de la tragedia del desplazamiento forzado. En este contexto, el feminicidio ha experimentado un incremento alarmante; aunque en la actualidad se sanciona penalmente, en épocas anteriores actos semejantes eran tolerados bajo la figura de uxoricidios.
Crimines como pretexto del precio de la paz
Los homicidios de índole sexual constituyen una manifestación aberrante de violencia que trasciende la mera criminalidad para convertirse en una afrenta existencial que desgarra a nivel psicofisiobiológico a las víctimas, mancillando su integridad ontológica y sumiendo su ser en un abismo de vulnerabilidad perpetua. Tales atrocidades emergen de la siniestra confluencia de grupos hegemónicos cuya sed de dominio los condena, paradójicamente, a habitar en las profundidades de una indigencia espiritual abyecta, revelándose como esclavos de sus propias pulsiones malévolas y de una búsqueda hedónica compulsiva que los transmuta en agentes de thanatos. Estos seres, personificaciones de las tinieblas más recónditas del alma humana, emplean sofismas ideológicos como vehículos de seducción intelectual para captar a las consciencias más frágiles y desorientadas, perpetuando así una espiral de devastación que contamina el orden social y se propaga mucho más allá del perímetro inmediato de sus víctimas directas.
El panorama actual desvela la hegemonía del Thanatos, impulso destructor que permea el alma humana y arrastra al individuo hacia una devastación inexorable que corroe los fundamentos mismos de la existencia civilizada. Ante esta realidad sombría, cobra extraordinaria vigencia la máxima de la escritora Ellen Key "Everything, everything in war is barbaric. But the worst barbarity of war is that it forces men collectively to commit acts against which individually they would revolt with their whole being." Todo, absolutamente todo en la guerra es bárbaro. Pero la mayor barbarie de la guerra es que fuerza a los hombres a cometer colectivamente actos que individualmente rechazarían con toda su alma (Key, 1849-1926). Ahora bien, esta sentencia trasciende las coordenadas históricas para erigirse como imperativo moral universal. Por consiguiente, la sabiduría sueca de la literata constituye una interpelación directa a la conciencia humana, instándonos como habitantes de esta frágil nave terrestre a la introspección profunda sobre nuestro proceder ético, sin distinción de condición social, vocación profesional, solvencia económica o procedencia nacional. La reflexión nos conduce inevitablemente al reconocimiento de que cualquier acto de violencia perpetrado contra nuestros congéneres representa una capitulación
ante las fuerzas Thanáticas, una traición a nuestro imperativo existencial de preservar y enaltecer la dignidad humana como patrimonio sagrado de nuestra especie.
Tabla 3. Análisis porcentual comparativo de conflictos armados (fecha de corte: agosto 2025)
![Nota: La tabla comparativa evidencia tres tipologías de conflicto claramente diferenciadas: el enfrentamiento ucraniano-ruso constituye una guerra convencional de alta intensidad con predominio de víctimas militares (98.8%) y excepcional letalidad anual (314,286 muertes), mientras que el conflicto israelí-palestino en Gaza presenta una guerra asimétrica caracterizada por victimización civil masiva (85.7%) y devastación infraestructural sistemática que afecta al 100% del territorio, y Colombia ejemplifica una guerra irregular prolongada con victimización predominantemente civil (81.9%) pero menor intensidad letal anual (7,377 muertes). Los patrones de desplazamiento, respuesta humanitaria internacional y capacidades de resolución pacífica varían inversamente con la intensidad del conflicto, donde cada escenario bélico exhibe configuraciones únicas que reflejan sus contextos geopolíticos y estratégicos específicos, desafiando aproximaciones analíticas unidimensionales a la violencia armada contemporánea que devora a la humanidad (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH]. (2013). ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad; Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición [CEV]. (2022). Hay futuro si hay verdad; Council on Foreign Relations. (2024). Colombia's Civil Conflict.](https://static.wixstatic.com/media/f2ac96_d2dfcf8823a74ee8b95d4f90386e9cf6~mv2.png/v1/fill/w_578,h_779,al_c,q_90,enc_avif,quality_auto/f2ac96_d2dfcf8823a74ee8b95d4f90386e9cf6~mv2.png)
Auto-depredación humana
La diversificación de la violencia es difusa y cada vez más difícil de combatir, esta singularidad comportamental configura al ser humano como una aberración filogenética sin precedentes; un mamífero superior que ha metamorfoseado la depredación intraespecífica en su principal vector de extinción autoinducida. El devenir histórico de la humanidad constituye en su esencia más profunda, el testimonio inexorable de esta capacidad autofágica expresada mediante conflagraciones bélicas, exterminio sistemático de poblaciones, persecuciones ideológicas y manifestaciones polimórficas de violencia organizada.
Tal como dilucidara el Dr. Freud en su magistral disquisición sobre la pulsión thanática, este
impulso destructivo dirigido hacia los congéneres específicos trasciende la mera agresividad para constituirse en un rasgo ontológico definitorio de la naturaleza humana. Esta característica convierte al Homo sapiens en una paradoja evolutiva extraordinaria; la especie que ostenta simultáneamente la supremacía intelectual del reino animal y la capacidad letal más devastadora contra su propia estirpe, configurando así una dualidad trágica entre la genialidad creativa y la maestría aniquiladora que define el sino de la condición humana.
Consideraciones de la Dra. Saida L. Mantilla Ojeda

De manera que, el paradigma de Thanatos de Freud, estableció una premisa inquietante en su célebre correspondencia con Einstein acerca de la condición humana: “Thanatos es quien gobierna a la humanidad” y la guerra “no acabará jamás". Esta conceptualización del instinto destructivo como fuerza dominante en la psique colectiva encuentra una manifestación particularmente reveladora en el contexto colombiano contemporáneo. Colombia presenta una anomalía desconcertante que desafía las teorías convencionales sobre la construcción de paz.
A pesar de exhibir un 67.8% de cumplimiento formal en sus acuerdos de paz —cifra
estadísticamente significativa—, la realidad empírica revela un recrudecimiento alarmante de la violencia en el período post-acuerdo. Este fenómeno se caracteriza por la proliferación de la impunidad y el surgimiento de nuevas expresiones delincuenciales incontrolables que han llenado el vacío dejado por los actores armados desmovilizados. Esta paradoja plantea cuestionamientos profundos sobre la naturaleza humana y la viabilidad de la paz duradera: ¿Confirma el caso colombiano la tesis freudiana de que los intentos de pacificación formal constituyen meras ilusiones frente a la naturaleza destructiva inherente del ser humano? ¿Es posible que los procesos de paz, lejos de erradicar la violencia, simplemente la transformen y redistribuyan bajo nuevas modalidades? El análisis de esta realidad colombiana sugiere que Thanatos, efectivamente, podría estar operando como la fuerza subyacente que sabotea sistemáticamente los esfuerzos de construcción de paz, confirmando así la perspectiva pesimista freudiana sobre la condición humana.
Así las cosas, los datos recopilados comprueban una dualidad reveladora en las manifestaciones contemporáneas de la violencia, mientras el conflicto ucraniano- ruso exhibe la mayor letalidad anual con 314,286 muertes, Colombia registra 450,000 víctimas a lo largo de 61 años. Estas cifras evidencian dos modalidades contrastantes de devastación humana que plantean interrogantes fundamentales sobre la naturaleza del sufrimiento colectivo. Esta realidad empírica suscita una reflexión crucial: ¿Cuál representa un desafío mayor para la humanidad: la violencia explosiva de alta intensidad que devasta generaciones completas en períodos breves, o la violencia endémica que erosiona gradualmente el tejido social durante décadas, perpetuando ciclos intergeneracionales de trauma y normalizando progresivamente la barbarie? La respuesta a este cuestionamiento trasciende la mera cuantificación estadística, pues implica evaluar no solo el impacto inmediato de la destrucción, sino también las consecuencias a largo plazo sobre la psique colectiva y la capacidad de recuperación y rehabilitación social. Ambas modalidades de violencia
representan formas distintas, pero igualmente devastadoras de deshumanización que desafían nuestra comprensión sobre los límites del sufrimiento humano.
En definitiva, el "Síndrome de Hakuna Matata" constituye una propuesta conceptual innovadora que identifica una forma específica de descomposición moral y social caracterizada por la actitud permisiva de "no hay problema, todo es permitido". Esta arquitectura ética degradada ha facilitado la perpetuación sistemática de la violencia en las sociedades contemporáneas. Los datos empíricos revelan una correlación significativa entre la erosión de valores absolutos y el incremento de la brutalización en los conflictos armados. Los contextos con mayor victimización civil —Gaza (85.7%) y Colombia (81.9%)— coinciden precisamente con escenarios donde la distinción fundamental entre combatientes y no combatientes se ha difuminado progresivamente. Esta convergencia de datos plantea una cuestión crucial para comprender la dinámica de la violencia contemporánea: ¿Hasta qué punto la pérdida de valores absolutos y la relativización ética generalizada contribuyen activamente a la brutalización de los conflictos armados actuales? La justificación a este cuestionamiento resulta esencial para entender cómo la desintegración de los marcos morales tradicionales no solo permite, sino que potencialmente cataliza la escalada hacia formas de violencia cada vez más indiscriminadas y deshumanizantes.
Por último, el registro histórico revela una verdad perturbadora: desde el Imperio Mongol (1206-1279) hasta los conflictos contemporáneos, la humanidad ha perpetuado patrones de violencia masiva con una consistencia alarmante. Esta evidencia empírica sugiere que el conocimiento histórico, por sí mismo, ha demostrado ser insuficiente para prevenir la reiteración de estas tragedias colectivas.
El modelo teórico de la "Genealogía de la Violencia" identifica la "pérdida del temor a Dios" como el origen espiritual de este fenómeno destructivo. Ante esta premisa, surge un interrogante fundamental para nuestro tiempo: ¿Cómo pueden las sociedades secularizadas del siglo XXI construir cimientos éticos suficientemente robustos para fracturar esta cadena causal milenaria? El alegato a esta cuestión trasciende el mero ejercicio académico, pues implica la urgente necesidad de desarrollar marcos morales alternativos que posean la fuerza vinculante necesaria para impedir que "los errores del pasado continúen perpetuándose en las generaciones futuras". Solo mediante esta transformación paradigmática podremos aspirar a quebrantar el ciclo histórico de violencia que ha caracterizado la experiencia humana.
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