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  • Foto del escritorJorge Acosta

Cuando el cuerpo te dice alto

En la búsqueda de la excelencia, el crecimiento profesional y personal, en el afán de eliminar obstáculos, podemos sobrecargar nuestro sistema y simplemente “colapsar”.


De izquierda a derecha Alba Cristina, Marcela, perteneciente al cuerpo de enfermeras del Hospital de la ciudad de Río Segundo, provincia de Córdoba, Argentina.

Por: Albana Cristina Ceberio

Periodista Argentina

Catedrática de oratoria

Coach en Comunicación

albanacristinaceberio@gmail.com


La superación personal y profesional es extremadamente imprescindible en el camino del liderazgo, el éxito y la concreción de cualquier tipo de meta a la que queramos llegar, la pregunta es, ¿En qué condiciones?; O, en todo caso, ¿A qué costos?

Este artículo debió tratarse de La Mejora Continúa aplicada a La Comunicación, sin embargo daremos un giro, dada las actuales circunstancias. ¿Qué circunstancias? Ahí va en detalle: Me tomaré la libertad de ser auto-referencial por un momento ya que considero que, escuchando a los especialistas médicos, éste es un problema creciente en la actualidad.

Las exigencias autoimpuestas, la competitividad, la vorágine en la que vivimos, nos obliga muchas veces a acelerar los tiempos y exigir a nuestro cuerpo, el mil por ciento.

Matemáticamente IMPOSIBLE, entonces llegamos a colapsar.

Aprendamos a gestionar las OPORTUNIDADES y AMENAZAS del entorno, nuestras propias presiones y expectativas y lo que consideramos esencial e innegociable en nuestra vida. Algo

así como una limpieza a conciencia y orden para continuar, en forma responsable, saludable y eficiente. En definitiva se trata de obtener los mejores resultados a costos lo más bajos posibles.

Hace unos días, mi cuerpo me dijo ALTO!!!. Ya en URGENCIAS, no me quedó más remedio que escucharlo. Y es en ese momento cuando debes tomar la responsabilidad de saber que si no aprendes a respetarte y amarte, no servirás para ayudar a nadie más. Entonces, antes de continuar desarrollando técnicas de Oratoria para vencer los pensamientos limitantes que nos impiden expresarnos con seguridad y disfrutar de una oportunidad tan maravillosa como el poder comunicarnos, veamos cómo gestionar nuestras emociones para no terminar del modo en que terminé, en la sala de un hospital con un tratamiento de semanas y demasiados inyectables, para mi gusto.





En las fotos se ve a una agradable enfermera, Marcela, quien trabaja a diario en el Hospital de en la ciudad de Río Segundo, provincia de Córdoba, en Argentina, quien realiza su trabajo con impecable entrega y amor y he aquí una de las claves. Es más simple gestionar las presiones y el agotamiento cuando amamos nuestro trabajo, a cuando lo hacemos sólo por el dinero.

La satisfacción personal de levantarnos cada día y saber que nos esperan nuevos desafíos, incluso en el mismo lugar físico y rodeados de las mismas personas, pero que aquello que debemos realizar es parte de las cosas que nos dan satisfacción, es una enorme diferencia con respecto al escenario opuesto.

Así mismo, podemos amar nuestra profesión, como en mi caso, pero llegar a un momento en el que confluyen en nuestra vida, demasiadas ”cosas por resolver”. Más aún, llegando al final del año, donde, vaya a saber por qué motivo, creemos que todo debe dar mágicamente, un giro de 180° y tomar el lugar ideal en nuestra vida, para poder empezar un nuevo y bendecido año. Entonces, comencemos a derribar mitos. Luego del último día del año, llega un nuevo día, igual que en cualquier momento de los 365 días por delante y los 364 que dejamos atrás.

Algo importante a tener en cuenta, es revisar nuestras metas. ¿Son reales?; ¿Son posibles de cumplir en el tiempo y con las herramientas de que dispongo en este momento y bajo las

actuales circunstancias?¿Estoy disfrutando del trabajo que amo, sin perder de vista los otros aspectos de mi vida como la relación con mi familia, amigos, pareja?; ¿Y qué hay de mis otros roles en la vida, hijo, padre, madre, esposo, esposa, hermano, amigo? Todo es parte esencial de mi vida y debo detenerme y reflexionar.

¿Que no tienes tiempo? Es una excusa demasiado común. Al menos, busca una original.

Ese tiempo, te lo puedo asegurar, lo terminarás invirtiendo en la cama de un hospital.

Entonces, por qué no hacer un alto en el camino y realizar una especie de “inventario personal”, a cerca de dónde estoy parado en este momento en mi vida, con qué herramientas cuento, qué desafíos tengo por delante, qué relaciones tengo y de qué manera influyen en mi vida, qué tiempo y energía dedico a cada situación, a cada persona, a cada actividad y a mí mismo.

“…a mí mismo.”, sí, ya sé, suena un poco egoísta, pero no lo es. Tiene mucha lógica. Cómo cuando estás por viajar en un avión y la azafata te indica que en caso de ser necesario, debes colocarte la mascarilla primero y luego a tu hijo, no es un acto de egoísmo. No estás poniendo

tu seguridad por sobre la de tu hijo, estás desarrollando una estrategia lógica. Si tú no estás en condiciones, cómo ayudarás a alguien más. CUÍDATE Y PODRÁS CUIDAR DE LOS DEMÁS.

¿Y qué pasa cuando nuestro trabajo no es exactamente lo que hemos soñado, pero las circunstancias nos obligan a “soportarlo” a cambio de obtener un sustento económico? Ya no es tan fácil trabajar con la alegría que muestra Marcela, incluso realizando horas extras y dedicada al área de la salud en época de pandemia.

El secreto está en encontrar valor en lo que es, en lugar de pensar en la ilusión de lo que queríamos que fuera y no es, pero que puede llegar a ser.

¿Más claro? Aquí vamos: Muchas personas hemos tenido que suspender nuestros sueños, por la necesidad de conseguir nuestras metas y a veces, tarde o temprano alcanzamos esos sueños y otras veces, quedan en el olvido. Sin embargo, es entonces cuando deberíamos evaluar si los objetivos y metas eran reales. Es decir, si alguna vez tuvimos la oportunidad de, esforzándonos lo suficiente, poder alcanzarlos o sólo nos estábamos condenando al fracaso y la frustración.

Por ejemplo, personalmente me hubiera gustado poder cantar y bailar como Jenifer López, pero ni en un millón de años mi voz podría cantar afinadamente ni siquiera el feliz cumpleaños. Cómo locutora trabajo con mi voz, incluso con los mismos instructores que lo hacen los cantantes, pero jamás podría cantar algo digno de ser escuchado. Entonces, ¿podría frustrante por no poder cantar profesionalmente? NO!!!!!!

De hacerlo, sólo estaría demostrándome que estoy siendo irracional y extremadamente torpe, (por no ser grosero), al intentar un camino para el cual no fui diseñado. Pero sí puedo esforzarme por ser la mejor periodista o locutora que puedo ser, desde el punto de partida que me ha tocado en la vida, venciendo los obstáculos, trabajando enfocada en los resultados, disfrutando del camino y llegar así a mi meta. Eso sí vale la pena.

Del mismo modo, hay personas que no han descubierto o desarrollando una idea clara sobre una profesión, sino que comenzaron un trabajo, se acostumbraron a él y siguen adelante.

Cuando ese trabajo se disfruta, no hay mayor inconveniente, por el contrario, es una bendición. Sólo queda dar gracias y continuar hacia adelante.

Si este no es el caso y debo despertar cada mañana sientiendo como si mi cuerpo pesara una tonelada, cada detalle se convirtiera en un problema, todo me irritara y ya no encontrara motivación para comenzar el día, es hora de poner todas las cartas sobre la mesa y barajar de nuevo.

Todos, sin excepción, somos buenos en algo, incluso en aquello que no habíamos planeado. Identificar lo que me hace sentir útil, es primordial. No importa si otra persona puede lograr lo mismo que yo. Todos somos reemplazables, pero IRREPETIBLES. Nadie lo hará como tú y crear esa diferencia, es tú responsabilidad. La clave está en el VALOR AGREGADO, qué puedes incorporar, cómo puedes cambiar tu visión, qué objetivos a corto plazo puedes crear, para incentivar tu trabajo.

¿Estás trabajando en el lugar y oficio correcto?; ¿Puedes hacer algo para mejorar tu situación y convertirla en una oportunidad en tu vida, sabiendo que cada día es un paso hacia lograr el objetivo que te has propuesto? Entonces, cada día tendrá un sentido diferente. Tu vida no es un trabajo, ese trabajo es sólo la oportunidad para lograr aquello que te has propuesto a corto plazo y cuando lo hayas cumplido, es el momento de buscar un nuevo objetivo.

Con respecto a la profesión u oficio que amas realizar y tienes la bendición de ganarte la vida con ello, te invito a pensar si estás llevando con equilibrio todos los aspectos de tu vida, como lo señalamos anteriormente. ¿Vale la pena sobrecargar tu sistema?; ¿De qué cosas te estás perdiendo por exigirte un rendimiento excesivo?

En definitiva, la vida es un instante, ¿cómo planeas llegar a ese último día? Si pudieras mirar hacia atrás, ¿se dibujaría en tu rostro una sonrisa y en tu pecho una sensación de paz?

Estás a tiempo, aprovéchalo, no desperdicies la oportunidad. Recuerda que lo único que te llevarás contigo es lo que has vivido, lo más valioso y perdurable que le dejarás a los demás, son los momentos que has compartido.

Lo cotidiano, lo simple, aquello que nos hace más humanos. Allí debería estar nuestro propósito principal, lo demás, son sólo adornos. Sí, claro que sirven para pagar las cuentas y elevar el nivel de vida, sólo no perdamos de vista, la vida misma


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