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Polarización o Nosotros

  • Foto del escritor: Roberto Trobajo HernĆ”ndez
    Roberto Trobajo HernƔndez
  • 10 sept
  • 7 Min. de lectura
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No es que pensemos diferente –eso siempre ha existido–. Nefasto cuando nos dividimos en bandos que no se quieren entender, y se odian. Polarización es cuando ves a alguien que vota distinto y piensas: ā€œEsa persona estĆ” equivocada, no hay nada que hablarā€. En Colombia, esto se ha vuelto tan comĆŗn que a veces parece que vivimos en dos paĆ­ses diferentes: el de ā€œunosā€ y el de ā€œotrosā€. Y en medio, muchos, han decidido que prefieren no meterse, no votar, no opinar. Total, Āæpara quĆ©?

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Para entender cómo llegamos aquĆ­, retrocedamos un poco. En los Ćŗltimos aƱos, Colombia ha pasado por momentos que nos han marcado. Uno de los mĆ”s grandes fue el plebiscito de 2016 por los acuerdos de paz. Ese dĆ­a, el paĆ­s se dividió casi en dos: 50.2% votó por el ā€œNoā€ y 49.8% por el ā€œSĆ­ā€. No fue solo un voto; fue como si cada lado viera al otro como el enemigo. Las redes sociales explotaron, las familias discutieron, y muchos empezamos a sentir que no habĆ­a punto medio.

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Desde entonces, cada elección, cada debate, parece seguir la misma receta. En las últimas elecciones presidenciales, vimos cómo los candidatos se convirtieron en símbolos: o estabas con uno o estabas contra él. Y no solo se trataba de elegir un presidente, sino de defender una forma de ver al país.

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¿Te acuerdas de esas discusiones en X donde todo terminaba en bloqueos? El combustible de la polarización es la idea de que no hay grises, solo blancos y negros. Las redes sociales han echado leña al fuego. Cada vez que entras a X, Facebook, Instagram o Tiktok, el algoritmo te muestra lo que ya crees, y te hace sentir cómodo. Si sigues cuentas que critican a cierto político, adivina qué: te van a mostrar mÔs de lo mismo. Y al otro lado, alguien estÔ viendo el contenido opuesto. Así nos encerramos en burbujas donde unos piensan como nosotros, y los que no, ”de malas!

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La política en Colombia es como un partido de fútbol donde los equipos siempre empatan, pero todos terminan perdiendo. Según la Registraduría, en las elecciones de 2022, cerca del 46% de los colombianos no votaron. Y entre los jóvenes, la cifra es aún mÔs alta. ¿Por qué? Muchos sienten que no hay diferencia: votando o no, las cosas no cambian. La corrupción sigue, y las promesas de campaña se quedan en el aire.


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La polarización nos ha hecho sentir que participar es inútil, porque al final todo se reduce a pelear por un bando.

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Y no es solo el abstencionismo. La polarización también nos ha quitado la capacidad de conversar. Es que, en lugar de hablar, peleamos. En vez de escuchar, juzgamos. Y así nos hemos ido alejando, de la política, y de los demÔs.

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La polarización no es solo nuestra responsabilidad. Hay cosas mÔs grandes en juego. Los medios de comunicación, muchas veces, amplifican las divisiones porque las noticias que generan clics son las que indignan y venden. Los politiqueros prefieren avivar el fuego de la división porque les conviene.

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Colombia ha pasado por dĆ©cadas de violencia, desigualdad y promesas rotas, y eso ha dejado cicatrices que no sanan de la noche a la maƱana; pero podemos cambiar, si queremos. No se trata de ignorar nuestras diferencias –porque estĆ” bien no estar de acuerdo-. Hay que aprender a hablar sin pelear, a escuchar sin juzgar, y a recordar que, al final, todos queremos un paĆ­s donde podamos vivir bien.

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Vi un video en X que me dio esperanza. Era sobre un grupo de jóvenes, de barrios diferentes, que se juntaron para pintar un mural en su comunidad. Unos eran de izquierda, otros de derecha, y algunos no tenían ni idea de política. Pero ahí estaban, con latas de aerosol y risas, creando juntos. No resolvieron la polarización, pero dieron un paso: se miraron a los ojos, hablaron, y descubrieron que tenían mÔs en común de lo que pensaban.

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La polarización crece cuando no nos escuchamos. En X, es fĆ”cil bloquear a alguien que no piensa como uno. En la vida real, es mĆ”s difĆ­cil, pero igual evitamos hablar con ā€œel otroā€. Necesitamos conversar con personas de diferentes posturas, sin pelear. No se trata de convencer, sino de encontrar puntos en comĆŗn.

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La polarización hace metÔstasis porque las historias que vemos en redes o en los medios, nos dividen: el héroe de un lado es el villano del otro. Necesitamos nuevas narrativas, historias que muestren a colombianos trabajando juntos, sin importar sus diferencias, para inspirar confianza.

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Compartamos ideas, iniciativas, en redes sociales. Es un buen comienzo, una manera de pasar de la queja a la acción. Lo mejor de todo es que no necesitas ser un experto para hacerlas realidad. Cada paso cuenta para lograr volver a confiar.

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Hay que hablarle a ese amigo que vota diferente, el vecino que siempre estÔ discutiendo, el compañero que parece vivir en otro planeta político. La polarización nos ha hecho olvidar que detrÔs de cada opinión hay un ser humano, con sueños, miedos y ganas de un país mejor, igual que tú.

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No te voy a pedir que cambies el mundo de un día para otro. Esto es como aprender a bailar: al principio tropiezas, pero con prÔctica, te sale natural. Vamos a hablar de cómo tener conversaciones sin terminar en pelea, cómo no caer en las trampas de las redes sociales, y cómo participar en tu comunidad sin sentir que estÔs perdiendo el tiempo.

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Si alguna vez has intentado hablar de política con alguien que piensa diferente, sabes que es como meterse en una selva sin mapa. En dos minutos, estÔn subiendo el volumen, sacando trapos sucios, y al final nadie se entiende. Pero, ¿y si te digo que se puede hablar sin pelear? No es fÔcil, pero es posible, y todo empieza con una palabra mÔgica: escuchar.

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Escuchar no es solo quedarte callado mientras el otro habla. Es tratar de entender por quĆ© piensa asĆ­, quĆ© lo motiva, quĆ© le preocupa. En Colombia, estamos tan acostumbrados a defendernos que olvidamos preguntar. La próxima vez que estĆ©s en una discusión, prueba esto: en lugar de contraatacar, haz una pregunta. Por ejemplo: ā€œOye, Āæpor quĆ© crees que ese candidato es la solución?ā€ o ā€œĀæQuĆ© te preocupa de lo que estĆ” pasando en el paĆ­s?ā€. Suena simple, pero cambia el juego. La gente se siente escuchada, baja la guardia, y de repente estĆ”s conversando, no peleando.

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Las redes sociales son como un megÔfono de la polarización. En X, Facebook, Tiktok o Instagram, todo parece blanco o negro: o estÔs con uno o estÔs contra él. Y no es casualidad. Los algoritmos estÔn diseñados para mostrarte lo que te indigna o en lo que ya crees, porque eso te mantiene enganchado. Si quieres confiar de nuevo, necesitas aprender a usar las redes sin que te usen a ti.

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SĆ© crĆ­tico con lo que lees. Antes de compartir ese post que dice ā€œĀ”Esto es la prueba de que X polĆ­tico es un desastre!ā€, pregĆŗntate: ĀæQuiĆ©n lo escribió? ĀæHay fuentes confiables? ĀæEs un titular diseƱado para hacerte enojar? En Colombia, las noticias falsas vuelan, mĆ”xime en Ć©poca de elecciones.

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Sigue cuentas que te desafíen. Si solo sigues a los que piensan como tú, estÔs en una burbuja. Busca perfiles de personas o medios que no compartan tu visión, pero que sean respetuosos. No para pelear, sino para entender. Y cuando comentes, evita el sarcasmo o los ataques.

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Confiar de nuevo no solo es hablar o navegar redes; es actuar. A veces, la mejor manera de confiar es entender. Pero no siempre es fƔcil hablar cara a cara con alguien que piensa diferente.

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Se confƭa, escuchando, navegƔndose en redes con cabeza, opinƔndose con respeto. HabrƔ dƭas en que te den ganas de mandar todo al carajo y bloquear a medio mundo en X. Pero cada vez que eliges escuchar en lugar de pelear, o participar en lugar de quejarte, estƔs construyendo confianza. No solo en los demƔs, sino en ti mismo, en tu capacidad de cambiar las cosas.

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Lo que necesitamos es confiar en el poder de las pequeñas acciones. ¿Cómo lideramos el cambio? Ahora viene la parte prÔctica. Porque soñar estÔ bueno, pero actuar es mejor.

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Usa tu voz (y tus redes): Las redes sociales son una herramienta poderosa. ¿Tienes algo que decir? ”Dilo! Crea contenido que hagas pensar a otros: un video sobre un problema en el barrio, un tuit para compartir tus ideas, o un live en Instagram para hablar de lo que te preocupa. Pero hazlo con respeto, buscando construir, no destruir. La confianza se gana escuchando, no gritando.

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Educa y vota: Si no votaste en las últimas elecciones, no te sientas mal, pero haz que la próxima sea diferente. Infórmate sobre los candidatos, sus propuestas, y cómo afectan tu vida. Habla con tus amigos y motívalos a votar también. Imagina si todos los jóvenes votÔramos: seríamos una fuerza imparable.

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Construye puentes: La polarización nos tiene divididos, pero tĆŗ puedes cambiar eso. Busca a alguien que piense diferente a ti –ese amigo que siempre vota por el candidato que tĆŗ no soportas– y hablen. No para pelear, sino para entenderse. PregĆŗntale por quĆ© piensa asĆ­, quĆ© le preocupa, quĆ© sueƱa para Colombia. Esas conversaciones son el primer paso para volver a confiar.

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Imagínate una Colombia donde la gente no solo proteste, sino que proponen. Un país donde, en vez de pelear en redes sociales por quién tiene la razón, construyamos soluciones juntos. Un país donde confiamos los unos en los otros, donde los barrios se transforman porque los jóvenes lideran con el corazón y con ideas frescas. Esa Colombia es posible, y empieza contigo.

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SƩ que a veces parece que el mundo estƔ en nuestra contra. La economƭa estƔ dura, las oportunidades no llegan, y las noticias son pƩsimas. Pero tambiƩn sƩ que los colombianos somos resilientes. Somos los que bailamos en medio de la tormenta, los que hacemos reƭr a los demƔs, aunque estemos dolidos, los que siempre encontramos una forma de salir adelante. Ese es nuestro poder, y es el poder que puede transformar este paƭs. Asƭ que, haz algo, por pequeƱo que sea.

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La confianza se recupera, se logra, paso a paso, conversando. Escucha y confía; detrÔs de las diferencias, hay colombianos como tú, y yo, soñando con un país mejor.

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