Paz o Poder
- Roberto Trobajo Hernández

- 19 ago
- 7 Min. de lectura

En un mundo donde la geopolítica parece un tablero de ajedrez en constante movimiento, las recientes reuniones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el líder ruso Vladimir Putin, el presidente ucraniano Volodímir Zelensky y varios líderes europeos han captado la atención global.
Estas cumbres representan un intento audaz —y controvertido— de avanzar hacia la resolución de un conflicto que ha marcado a fuego la última década: la guerra entre Rusia y Ucrania.
Pero, ¿qué significan estas reuniones? ¿Qué podemos esperar de un posible proceso de paz? Y, sobre todo, ¿qué está en juego para Ucrania, Europa y el orden internacional?
A continuación, exploremos estos encuentros, sus implicaciones y las posibles trayectorias hacia un acuerdo que podría cambiar el rumbo del conflicto.
Conflicto que no da tregua

Desde que Rusia anexó Crimea en 2014 y apoyó a los separatistas en el Donbás, la guerra en Ucrania ha sido un punto de tensión global. La invasión a gran escala de 2022 elevó el conflicto a un nivel devastador, con miles de vidas perdidas, ciudades destruidas y una crisis humanitaria sin precedentes.
Rusia controla actualmente alrededor del 20% del territorio ucraniano, aunque su avance ha sido más lento de lo previsto gracias a la resistencia ucraniana y el respaldo occidental.
Sin embargo, el costo humano y económico para ambas partes es insostenible, y la presión por encontrar una solución diplomática crece día a día.
En este escenario, Donald Trump, recién iniciado su segundo mandato, ha asumido el rol de mediador autoproclamado. Durante su campaña presidencial de 2024, prometió poner fin a la guerra, y sus recientes movimientos diplomáticos reflejan ese compromiso. Empero, su enfoque ha generado tanta esperanza como escepticismo, especialmente por su cambio de postura sobre la necesidad de un alto el fuego y su aparente alineación con algunos puntos de vista rusos.
Trump y Putin cara a cara

El 15 de agosto de 2025, Trump se reunió con Vladimir Putin en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska. Esta fue la primera reunión significativa entre ambos líderes desde el inicio del segundo mandato de Trump, y marcó un momento clave en los esfuerzos por abordar la guerra en Ucrania.
Según Trump, la cumbre fue “extremadamente productiva” y se lograron “grandes avances”, aunque no se llegó a un acuerdo concreto sobre un alto el fuego. Putin, por su parte, mantuvo su postura de que cualquier acuerdo debe ser integral y alineado con los intereses de Moscú, lo que incluye el reconocimiento de los territorios ocupados, como Crimea y el Donbás.
El encuentro no estuvo exento de controversia. La exclusión de Volodímir Zelensky de la cumbre generó críticas tanto en Ucrania como en Europa, donde muchos temían que Trump pudiera ceder a las demandas de Putin sin considerar los intereses ucranianos. Además, la cálida recepción que Trump ofreció a Putin —descrita como una “alfombra roja” literal— fue vista por algunos como un golpe diplomático del Kremlin, legitimando su posición en el escenario internacional.
La falta de detalles concretos sobre los “avances” mencionados por Trump dejó al mundo especulando sobre si estas conversaciones fueron un paso hacia la paz o simplemente una maniobra para fortalecer la imagen de ambos líderes mundiales.
Búsqueda de garantías
Tres días después, el 18 de agosto, la Casa Blanca fue escenario de una reunión sin precedentes. Trump recibió a Volodímir Zelensky junto a una delegación de líderes europeos, incluidos el primer ministro británico Keir Starmer, el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Friedrich Merz, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, el presidente finlandés Alexander Stubb y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Este encuentro, descrito como una respuesta urgente a la cumbre de Alaska, reflejó la preocupación de Europa por no quedar al margen de las negociaciones.
El tono de la reunión fue notablemente más cordial que el encuentro anterior entre Trump y Zelensky en febrero de 2025, cuando el líder ucraniano fue criticado por no mostrar suficiente “gratitud” por la ayuda estadounidense. Esta vez, Zelensky llegó con un gesto diplomático: una carta de su esposa, Olena Zelenska, para Melania Trump, buscando suavizar las tensiones. Los líderes europeos, por su parte, elogiaron el liderazgo de Trump, aunque no sin subrayar sus propias prioridades, como la necesidad de un alto fuego y garantías de seguridad robustas para Ucrania.
Un punto central de la discusión fue el tema de las garantías de seguridad. Zelensky insistió en que cualquier acuerdo debe incluir “garantías reales” para evitar futuras agresiones rusas, una postura respaldada por los líderes europeos, quienes propusieron un modelo similar al Artículo 5 de la OTAN, que considera un ataque a un miembro como un ataque a todos. Trump, en un giro significativo, no descartó la posibilidad de enviar tropas estadounidenses a Ucrania para mantener la paz, una idea que podría facilitar que Zelensky aceptara ciertas concesiones.
Sin embargo, su rechazo a priorizar un alto el fuego inmediato, alineándose con la postura rusa de que un acuerdo de paz debe preceder a cualquier cese de hostilidades, generó fricciones con los aliados europeos.
¿Qué está sobre la mesa?

Las reuniones han abierto la puerta a una posible cumbre trilateral entre Trump, Putin y Zelensky, una idea que el presidente estadounidense ha promovido activamente.
Trump anunció que ya está organizando un encuentro bilateral entre Putin y Zelensky, seguido de una reunión trilateral en la que él participaría.
Aunque el Kremlin no ha confirmado oficialmente esta iniciativa, Zelensky expresó su disposición de reunirse con Putin, siempre que se garantice un marco de negociación serio.
Sin embargo, las perspectivas de paz enfrentan varios obstáculos clave:
El dilema territorial: Rusia insiste en mantener el control de Crimea y partes del Donbás, mientras que Ucrania considera inaceptable ceder territorio conquistado por la fuerza. Trump ha insinuado en el pasado que Ucrania podría tener que renunciar a ciertos territorios, una idea que genera rechazo tanto en Kiev como en Europa. Cualquier acuerdo que implique pérdidas territoriales para Ucrania podría sentar un precedente peligroso, incentivando a Rusia a buscar más conquistas en el futuro.
Garantías de seguridad: Tanto Ucrania como los líderes europeos han enfatizado la necesidad de garantías robustas para proteger a Ucrania de futuras agresiones. La propuesta de un modelo similar al Artículo 5 de la OTAN es atractiva, pero enfrenta resistencia por parte de Rusia, que ve cualquier expansión de la influencia de la OTAN como una amenaza directa. Trump ha sugerido que Estados Unidos y Europa coordinarían estas garantías, pero no ha aclarado hasta qué punto Washington estaría dispuesto a comprometerse.
El alto el fuego: La divergencia sobre la necesidad de un alto el fuego previo a las negociaciones es un punto crítico. Mientras Zelensky y los líderes europeos insisten en que un cese de hostilidades es esencial para crear un entorno propicio para las conversaciones, Trump y Putin parecen favorecer un acuerdo de paz integral primero. Esta diferencia podría retrasar cualquier progreso significativo, especialmente si Rusia percibe que tiene ventaja en el campo de batalla.
Intereses de las partes: Putin busca consolidar su control sobre los territorios ocupados y debilitar la influencia de la OTAN en Europa del Este. Zelensky, por su parte, necesita garantizar la supervivencia de Ucrania como un estado soberano y viable. Los líderes europeos temen que un acuerdo que favorezca demasiado a Rusia pueda desestabilizar la seguridad del continente. Trump, mientras tanto, parece motivado por el deseo de proyectarse como un negociador exitoso, pero su historial de cambios de postura genera incertidumbre sobre su compromiso a largo plazo.
Desenlaces
El proceso de paz podría tomar varias direcciones, cada una con implicaciones significativas:
Escenario optimista; un acuerdo negociado: Si las partes logran superar las diferencias sobre el alto el fuego y las garantías de seguridad, podríamos ver un acuerdo que combine concesiones territoriales limitadas con compromisos de seguridad sólidas. Por ejemplo, Ucrania podría aceptar la pérdida de Crimea con un cambio de garantías de la OTAN y un compromiso de no agresión por parte de Rusia. Trump podría presentarlo como un triunfo diplomático, fortaleciendo su imagen internacional. Sin embargo, este escenario depende de la voluntad de Putin de ceder en sus demandas maximalistas y de la disposición de Zelensky de aceptar pérdidas territoriales sin alienar a su pueblo.
Escenario intermedio; un alto el fuego temporal: Si las negociaciones no logran un acuerdo integral, un alto el fuego temporal podría ser una solución provisional. Esto detendría las hostilidades y permitiría avanzar en cuestiones humanitarias, como el intercambio de prisioneros y la entrega de ayuda. No obstante, sin un acuerdo de paz claro, este escenario podría ser frágil, con el riesgo de que las hostilidades se reanuden si alguna de las partes percibe una ventaja militar.
Escenario pesimista; estancamiento o escalada: Si las negociaciones fracasan, el conflicto podría prolongarse, con Rusia intensificando sus esfuerzos militares para consolidar su control sobre los territorios ocupados. La falta de un alto fuego y la renuencia de Trump a imponer nuevas sanciones podrían debilitar la posición de Ucrania y sus aliados europeos, aumentando las tensiones dentro de la OTAN. En el peor de los casos, un acuerdo que favorezca demasiado a Rusia podría fracturar la alianza transatlántica, dejando a Europa más vulnerable.
Trump: ¿mediador o disruptor?

La figura de Trump es central en este proceso, pero su enfoque ha generado tanto admiración como preocupación. Por un lado, su disposición a dialogar directamente con Putin y Zelensky, ya convocar a líderes europeos, demuestra un liderazgo audaz que podría romper el estancamiento diplomático.
Por otro, su cambio de postura sobre el alto el fuego y su aparente cercanía con Putin han generado temores de que pueda priorizar un acuerdo rápido sobre uno justo. Los líderes europeos, conscientes de esta dinámica, han intensificado sus esfuerzos para mantener a Estados Unidos alineados con los intereses de la OTAN, mientras que Zelensky ha adoptado un tono más conciliador para asegurar el apoyo de Washington.
¿Y entonces?
Las reuniones de Trump con Putin, Zelensky y los líderes europeos representan un momento crucial en la búsqueda de una solución a la guerra en Ucrania. Aunque han abierto la puerta a negociaciones directas entre los líderes de Rusia y Ucrania, las diferencias sobre el alto el fuego, el territorio y las garantías de seguridad siguen siendo obstáculos formidables.
El éxito de este proceso dependerá de la capacidad de las partes para encontrar un equilibrio entre las demandas de Rusia, las necesidades de Ucrania y los intereses de Europa, todo mientras se navega por la imprevisibilidad de Trump como mediador.

Este proceso es un recordatorio de que la paz, aunque deseado, rara vez es sencillo. La guerra en Ucrania no es solo un conflicto regional, sino un desafío al orden internacional, y su resolución tendrá repercusiones que se sentirán durante décadas. Por ahora, el mundo observa con esperanza y cautela, esperando que estas conversaciones conduzcan a un desenlace que traiga alivio a Ucrania y estabilidad a Europa. Pero, como siempre en la geopolítica, el tablero sigue en movimiento, y el próximo movimiento podría cambiarlo todo.









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