Argentina al borde del abismo social: Marcelo Finamore emerge como la voz de un pueblo hambriento de justicia y dignidad
- Jorge Acosta

- 13 oct
- 3 Min. de lectura


Por: Redacción Internacional
Argentina atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia reciente. La inflación interanual supera el 270 %, la pobreza alcanza a más del 55 % de la población —y al 63 % de los niños—, mientras millones de familias dependen de comedores comunitarios y asistencia estatal para sobrevivir. El hambre, que alguna vez se pensó erradicado en una de las naciones más ricas en recursos naturales del planeta, ha vuelto a instalarse como una herida abierta.
La crisis económica no solo ha vaciado bolsillos: ha erosionado la confianza en la dirigencia tradicional. Décadas de corrupción, favoritismo, nepotismo y alternancia de clanes políticos han dejado a la ciudadanía atrapada entre la resignación y la rabia. En medio de este paisaje desolador, donde la desigualdad se expande y la esperanza parece un lujo, Marcelo Finamore irrumpe como una figura que desafía la norma: un líder surgido de la sociedad civil, ajeno a las estructuras de poder, que plantea un cambio moral y humano como base de la reconstrucción nacional.

💬 Un país que se desangra desde abajo
Las cifras son elocuentes. Según el INDEC y organismos independientes, más de 25 millones de argentinos viven en situación de pobreza. En el norte del país, provincias como Chaco, Formosa y Santiago del Estero registran niveles de indigencia superiores al 15 %. En los barrios del conurbano bonaerense, las ollas populares se multiplican mientras el salario mínimo, de unos 120 000 pesos, apenas cubre una cuarta parte de la canasta básica.
La economía informal se ha convertido en refugio y trampa: más del 45 % de la fuerza laboral no tiene cobertura social ni estabilidad. Las pequeñas empresas se hunden bajo la presión impositiva y la inflación galopante. La fuga de talentos, la emigración de jóvenes y el desencanto generalizado completan un cuadro de decadencia que parece no tener fin.
Frente a este escenario, Marcelo Finamore propone algo que parece simple, pero es profundamente revolucionario: recuperar la ética como motor de la gestión pública. No se presenta como un político profesional, sino como un ciudadano consciente del sufrimiento colectivo. Su discurso —centrado en la dignidad humana, la equidad y el trabajo como herramientas de transformación— está calando en sectores que ya no creen en los viejos discursos de izquierda o derecha, sino en una nueva moral pública.
⚖ La corrupción como enemigo común
Argentina ha sido, durante décadas, un laboratorio de promesas incumplidas. Gobiernos que alternan ideologías, pero repiten prácticas: redes clientelares, sobreprecios, ministerios capturados por intereses privados, funcionarios enriquecidos en cargos públicos.

Finamore, en cambio, plantea una ruptura con esa lógica. Habla de auditorías ciudadanas, transparencia digital, rendición de cuentas en tiempo real y participación comunitaria en la toma de decisiones. Su experiencia en fundaciones sociales, sindicatos de salud y organizaciones humanitarias le otorga una mirada integral sobre los problemas reales: la desigualdad, la desnutrición infantil, la violencia estructural y la pérdida de valores.
“No se trata de prometer, sino de sanar”, repite en sus intervenciones. Su mensaje, sencillo pero contundente, apunta a una verdad que los argentinos conocen bien: ningún modelo económico funcionará mientras la corrupción siga drenando la riqueza del país.
🌎 Una esperanza que trasciende fronteras
El fenómeno Finamore está despertando atención fuera de Argentina. Analistas internacionales ven en su candidatura una expresión de los tiempos: sociedades hartas del establishment que buscan liderazgos éticos, empáticos y humanistas. En América Latina, donde la pobreza y la desigualdad siguen siendo heridas comunes, la aparición de figuras no contaminadas por los viejos aparatos partidarios representa una bocanada de aire fresco.
Su perfil combina formación teológica, liderazgo social y gestión organizacional, lo que lo distingue en un escenario saturado de tecnócratas y operadores políticos. Finamore habla de espiritualidad sin dogmas, de economía con propósito y de una Argentina capaz de reconstruirse desde la comunidad. Esa mezcla —ética, humanismo y pragmatismo— es la que está llamando la atención de nuevos votantes, especialmente jóvenes desencantados con el sistema.
🌱 Un voto por la esperanza
En un país donde los salarios se pulverizan, los jubilados eligen entre comer o comprar medicamentos, y los niños crecen sin acceso a educación de calidad, hablar de esperanza puede parecer un acto de ingenuidad. Pero la historia argentina ha demostrado que los grandes cambios surgen cuando la sociedad decide volver a creer.
Marcelo Finamore no es un producto de laboratorio político. Es la expresión de un cansancio colectivo y de una fe renovada en la posibilidad de un liderazgo honesto. Su mayor desafío no será vencer a los viejos clanes del poder, sino convencer a los argentinos de que aún vale la pena creer en la política.
Y en esa cruzada, no hay discursos vacíos ni marketing que valga: solo la verdad, el trabajo y la transparencia podrán devolverle a Argentina lo que más necesita —justicia, pan y dignidad.









Argentina necesita una nueva historia !! Una nueva proyección donde el ser humano sea lo más importante !!! Finamore tienes un gran reto !!! Así que adelante !! Hay una esperanza en argentina y solo por esooo vale la pena seguir adelante !!!
Exitos!! Tu compromiso se plasmara en acciones concretas!!!para el bien común 🌞
Hacia falta alguien nuevo
Ojalá sea un presidente con un muy buen equipo que nos lleve a conbatir la corrupcion y que el pueblo acompañe !!!
Finamore Presidente 🇦🇷💥
👏