Poesía del Guainia
- Carmen Yolanda Da Silva
- 21 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar


Escribo simplemente porque mis palabras e historias se convierten en verso y mi soñar toca mis letras con anécdotas de vivencia infantil y del aprendizaje en el compartir en diversas escuelas en comunidades de nuestro largo río espejito de sol, así le llamaron a nuestra ciudad Inírida, nuestros antepasados descendientes de una de las numerosas familias los yurí que en juntanza con los tupinambas se recorriendo los ríos en sus canoas o curiaras, remando y tomando chivé o yucuta y traspasando fronteras. Dentro de sus arraigos conocieron el açaí el fruto que llora para calmar su sed y alimentar a su pueblo, mientras araban la tierra para la siembra de la mandioca/yuca para extraer su almidón, preparar la farinha o mañoco, la tapioca o almidón de yuca, el curadá, el bejú o casabe y cocer el yare para preparar tucupí o la catara.
Escribo en verso y en prosa porque nuestra vida está rodeada de amor, tristeza y de sueños que dormidos nos llevan a navegar bajo la luna llena para pescar bocones, bagres y palometas.
Escribo poesía porque mientras pienso voy plasmando historias de caciques, frutas, ríos, princesas y de verde naturaleza.
Escribo para motivar la risa, la vida del triste y realzar nuestros usos y costumbres, como la lengua materna que procuramos fortalecer con el aprendizaje y el conservar nuestra alimentación innata sobre el pescado, el ají y la mandioca o yuca.
Mientras tenga ese aliento de vida que recorre mis venas e impulsa mi cerebro aflorarán las letras, la música, el verso y la prosa.
Hoy sólo sueño que todo mi mundo sea mas bonito, lleno de girasoles y de tapioca en mi mesa cada día.
Carmencita Mendoza
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