Por: Albana Cristina Ceberio
Periodista Argentina
Catedrática de oratoria
Coach en Comunicación
albanacristinaceberio@gmail.com
Segunda columna dentro del Ciclo de capacitación profesional dirigida a empresas, profesionales y emprendedores. Técnicas de Oratoria empresarial.
A diario nos toca hablar dentro del ámbito personal, profesional, empresarial, laboral, social y muchas veces, incluso aquello que hemos preparado cuidadosamente, sólo desaparece de nuestra mente dejándonos en silencio.
Parece que las luces se hubieran apagado y comenzamos desesperadamente a buscar con la mirada, hacia todos los lugares posibles, como si pudiéramos encontrar las palabras que necesitamos, suspendidas en el espacio. El tiempo se detiene y las miradas de todos, se vuelven hacia nosotros esperando escuchar algo verdaderamente poderoso que nos salve de esa pesadilla.
A muchos, sino a todos, nos ha pasado en más de una ocasión y de allí, la necesidad de evitar estos momentos incómodos que pueden convertirse, (en términos del Análisis FODA que analizamos en la primera columna de este ciclo de capacitación), en una DEBILIDAD. Pero como ya hemos visto, toda DEBILIDAD, puede ser trabajada para su eliminación o al menos, para neutralizar su impacto.
De esta necesidad, nacen infinitas técnicas de improvisación. Vamos a analizar dos de ellas. Las dos que a mí juicio y por experiencia propia, son más prácticas y eficaces. Pero antes de meternos de lleno en presentar estas técnicas, dejemos en claro la diferencia entre improvisar y ser improvisado.
Es común creer que la persona que sabe improvisar es aquella que puede hablar de cualquier tema en cualquier circunstancia y lugar. PUES … NOOOOOOOOO!!!!!! Rotunda y enérgicamente NO. Ese es un inmenso error de concepto y es que hay un detalle importante: NUNCA DEBO HABLAR DE LO QUE NO CONOZCO. Saber improvisar no es hablar de cualquier tema, eso constituye un acto de irresponsabilidad, torpeza y una falta de respeto hacia los interlocutores.
Improvisar correctamente es el poder de transmitir con empatía, un mensaje elocuente, ordenado, que cumpla con las sensaciones, conocimiento y emociones que quiero transmitir en forma asertiva.
Ahora lo decimos en español. Hablamos de “empatía”, porque debo tener en cuenta y lograr conectar con las personas a las cuales dirijo el mensaje y así poder elegir la forma más adecuada de hacerlo. Si el representante de una fábrica de aparatología médica debe presentar nuevos productos, no usará el mismo discurso, modo ni lenguaje al momento de hablar de los beneficios de estos productos a los médicos que los utilizarán en su trabajo y que manejan un lenguaje técnico propio de su profesión, que ante los familiares de pacientes que se pueden ver beneficiados con estos productos, que están sufriendo el peso de la enfermedad y que no manejan un lenguaje técnico.
Debo ser “elocuente”, para expresar la idea central sin extender el discurso con palabras innecesarias que sólo aportan confusión y desorden y allí se explica el concepto de “orden”. Debo asegurarme que en el contenido de mi discurso, se encuentren los conocimientos técnicos concretos que justifican la comunicación. Y además debemos considerar “sensaciones y emociones”. Pueden resonar como conceptos extraños, pero no lo son en absoluto. Veamos por qué.
A la hora de dar un discurso, alocución, locución, o cualquier tipo de comunicación verbal, más allá de ser una improvisación o la lectura de un texto, debo transmitir a través de las sensaciones y provocar las emociones que deseo que se despierten en quienes me escuchan. Es lo más importante en un acto de comunicación ya que, como habremos escuchado alguna vez, a las palabras se las lleva el viento.
Todo acto de comunicación, no importa el formato que tenga, (discurso, improvisación, alocución, etcétera), tiene tres partes fundamentales. Inicio o presentación, nudo o parte media del discurso y desenlace o cierre. Al contrario de lo que hemos aprendido en literatura sobre la relevancia del “nudo” o parte central, en un acto de oratoria, lo más importante serán los extremos.
El comienzo, porque es mi presentación como persona o profesional y el modo en que predispongo a la audiencia o a mis interlocutores a recibir el mensaje. Esta parte primera no inicia cuando comienzo a hablar sino desde el instante en que me hago presente físicamente. Con el lenguaje no verbal ya habré comenzado mí presentación.
El final de la comunicación, improvisada o no, es lo que los oyentes recordarán. Todo lo que vuelque allí, es lo que sellará mí mensaje. Por ejemplo, hace un tiempo escuché a un tipo sentado,de apariencia muy cómoda y actitud relajada, hablando del estado deplorable de la ecología del planeta. Básicamente dijo una y otra vez, con diferentes anécdotas, que le estamos dejando a nuestros hijos una bomba de tiempo que ya no se puede desactivar. Sin embargo, una frase final lo cambió todo. Las personas, abatidas por lo devastador del mensaje, lo aplaudieron de pie, con rostros llenos de energía y esperanza. Él solamente utilizó un recurso de oratoria para imprimir la emoción correcta en el público, que los llenó de entusiasmo y esperanza, a pesar de haber escuchado toda la evaluación técnica que hablaba de una catástrofe ambiental.
Siempre debo pensar qué quiero transmitir, con qué sensaciones quiero que se queden y qué emociones quiero despertar en quienes me escuchan. Cuál es el propósito de mí presentación.
El marketing conoce muy bien el tema de transmitir a través de las emociones. Todos los relojes dan la hora, pero uno exclusivo y de alta gama, me muestra como una persona de “alta gama”, perteneciente a un selecto grupo. Una empresa de alarmas para el hogar te hablará de los peligros a los que expones a tus seres queridos si no instalas esas alarmas. Una empresa de cosmética te dirá que tú mereces pagar esos costosos productos porque tú lo vales y te lo mereces.
EMOCIONES, EMOCIONES, EMOCIONES
No se trata de engañar a través de la emocionalidad y la subjetividad asociada, como un golpe bajo. Esa es una distorsión. Se trata de utilizar todas las herramientas disponibles para comunicar en forma asertiva. Por ejemplo, cuando quiero crear conciencia sobre el respeto de los derechos humanos. Sobre la no violencia hacia los animales. Generalmente, en campañas de estas temáticas, se recurre a golpes de impacto. Recuerda que son herramientas y somos las personas las que decidimos cómo utilizarlas. El mismo puñal que puedo utilizarse para cortar un cordón y salvar una vida, es el que puede apuñalar y causar daño. No es el puñal, es la mano que lo empuña.
Volvamos a la oratoria y veamos las dos técnicas de improvisación que hemos propuesto.
Dejando claro que una improvisación se debe preparar y que hay técnicas a las cuales se puede recurrir y que nada tiene que ver el hecho de hablar sin conocimiento alguno, podemos detenernos en técnicas concretas. Sin embargo, en muchas ocasiones, una pregunta puede obligarnos a hablar de un tema que no se tenía previsto exponer en esa ocasión. Consideramos entonces, que uno está preparado porque conoce el tema y manejando adecuadamente las técnicas de improvisación, saldrá exitosamente de esa situación. En las antípodas queda la persona o profesional improvisado. Aquel que no sabe de qué hablar, cómo hacerlo y termina mostrándose como un parlanchín cuyo discurso no tiene sustento y es sólo un montón de palabras sin sentido.
• La primera técnica es la de los DETONANTES. Consiste en preparar una lista de entre tres a cinco palabras claves, (pueden ser más cantidad de DETONANTES, de acuerdo a la extensión del discurso o presentación), que servirán para recordarnos una secuencia de ideas, tal como las luces laterales de una pista de aterrizaje y nos recordarán los temas a exponer.
Son como peldaños de una escalera. La idea es utilizar la menor cantidad posible de palabras y recuerda que cada DETONANTE es una palabra, no una frase. Puedo escribirlas en un papel, en orden y encolumnadas. Incluso, puedo utilizar un color diferente para cada una y ensayar mi presentación con ese papel, por lo que al momento de exponer el tema, con sólo mirar rápidamente el papel, sabré ubicarme nuevamente, dentro del discurso.
Es conveniente no tener el papel en las manos sino en alguna mesa cercana a la cual pueda aproximarme cuando lo necesite o sobre el atril, en caso de tener uno. Lo importante es dejar las manos libres para poder utilizarlas en el lenguaje no verbal y completar así, la comunicación.
Cada DETONANTE, debe contener un significado que “detone o dispare”, en el orador, los conceptos e ideas que necesita comunicar. Algo que también debo anotar y no hay ningún problema en consultar abierta y espontáneamente, son los nombres propios, fechas y números que expresen cualquier tipo de valores. El secreto para consultar un apunte y conservar una imagen de solvencia, es hacerlo con seguridad y naturalidad. Es muy común que incluso olvidemos un nombre familiar a causa del estrés del momento. Antes de olvidar datos en una presentación, es mejor apuntarlos y recurrir a ellos, en el momento oportuno.
De este modo, haré una improvisación prolija y ordenada. Si sumo lo anteriormente expuesto, también lograré comunicar en forma asertiva y exitosa.
Pero qué sucede si tengo que responder una pregunta y no dispongo de una lista de disparadores?
Muy simple, veamos la siguiente técnica.
• La segunda es la TÉCNICA DE LA CEBOLLA.
Inmediatamente imagino círculos concéntricos y coloco en el centro, la idea que quiero transmitir. Como lo indica el gráfico, puedo desarrollarlo de adentro hacia afuera o en sentido opuesto. Es decir, voy de lo general a lo particular o establezco lo particular y luego amplío el tema yendo a lo general. Todo depende del tema y las características particulares. Cada orador sabrá en qué sentido ir. Lo importante es respetar el orden. Un discurso ordenado es fácil de comprender para los interlocutores y evita al orador el irse por las ramas o perder el hilo conductor de su oratoria.
Por ejemplo, si me piden que describa la ubicación elegida para edificar un proyecto de ingeniería o arquitectura y no tengo planificado mostrar un mapa con la ubicación y además debo justificar el motivo de la elección del lugar, colocaré en el centro de esa cebolla imaginaria la ubicación elegida como “mensaje central”. En este caso, es conveniente ir de lo particular a lo general, es decir, de adentro hacia afuera. Cuál capas de una cebolla, en cada capa o círculo, iré estableciendo temas pertinentes por orden de importancia. Esto evitará también el repetir conceptos.
Diré que el lugar elegido es la intersección de las calles X e Y, que se encuentran en el casco céntrico de X ciudad, donde históricamente los vecinos se han reunido para manifestarse públicamente. Un punto estratégico debido a la gran cantidad de transporte público que circula. A escasos metros de un edificio histórico que marcó la historia de la ciudad con X acontecimientos …
He planteado la ubicación exacta como punto central y luego, en forma ordenada y relevancia decreciente, he desarrollado una presentación completa y rica, con datos prácticos, históricos y de color que enriquecieron la presentación. Es claro que debo conocer del tema, saber aplicar esta técnica y luego puedo hablar. Estaré respondiendo a un requerimiento que no tenía planificado, pero que siendo un tema pertinente a mi presentación, pude exponer exitosamente.
Es por eso que el acto de la improvisación se trata de la forma y del contenido. Si no tengo contenido, si no tengo conocimiento, no puedo hablar. Si tengo el conocimiento, pero no sé cómo organizarlo en mi mente y exponerlo ordenadamente, no seré elocuente.
El acto de comunicación será un fracaso y una experiencia que en lugar de aportar positivamente a mi imagen, hará que me vea como un charlatán.
Primero debo tener qué decir y luego, saber cómo decir. Son las dos piernas para caminar a paso seguro hacia el éxito en la oratoria. Necesito de ambas partes. Y lograr el placer de disfrutar la posibilidad de ser escuchado, es un gran logro. Tienes mucho por expresar, mucho por decir y ahora sabes más sobre cómo hacerlo correctamente.
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